El significado sacramental de la monogamia o
por que la Iglesia insiste en la monogamia

(Artículo del libro "El misterio de la Santisima Trinidad")


En los últimos tiempos se ha creado mucha incertidumbre respecto a la monogamia, especialmente a lo que se refiere a sus raíces. Algunos piensan que para el ser humano la forma más natural del matrimonio es la poligamia, en cuanto a la monogamia, la consideran como un invento de los hombres, surgido a razón de la distribución de los bienes hereditarios. Los otros hacen estadísticas para descubrir “la verdad”. A menudo se escuchan comparaciones con el mundo animal, como si los hábitos animales fuesen los más auténticos para los hombres.
De las religiones del mundo la única que decididamente condena y prohíbe la poligamia e insiste en la monogamia es la religión cristiana. . Pero ¿Cuál es la razón de esa insistencia en la monogamia?
Como se deduce de las Sagradas Escrituras, las raíces del matrimonio cristiano o de la monogamia cristiana se esconden en el sagrado sacramento de la creación de la vida, en aquella relación vital, por la cual el Creador se une tanto con el Hijo engendrado como con todo lo creado, y la cual simplemente se llama la ley de la vida, cuyo símbolo terrenal representa el matrimonio entre un hombre y una mujer. Esa ley de la vida de otra manera se llama Santísima Trinidad o Dios en tres personas que son: el Creador, el engendrado (o también lo creado) y el amor que los une. La tradición cristiana a esas tres personas llama el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Dios Trino tiene imagen humana, ya que, según la Santa Escritura, al hombre Dios ha creado a Su imagen y semejanza. A juzgar por la misma Santa Escritura, la Santísima Trinidad que representa la unión de las dos Personas, realizada por la Tercera, es semejante a la unión de la cabeza y el cuerpo del ser humano, pues se dice: “La cabeza de Cristo es Dios” (I Cor 11, 3), o de otra manera: Dios es la cabeza del Hijo. Consecuentemente, si Dios es la cabeza del Hijo, el Hijo engendrado es la imagen del cuerpo místico de Dios. Su unión es la unión vital, porque sin esta unión no hay vida, como no hay vida cuando la cabeza del hombre es separada de su cuerpo. Ni cabeza sin cuerpo, ni cuerpo sin cabeza. Así es Dios y así es también el hombre.
Además de comparar la unión entre el Dios Padre y el Dios Hijo con la cabeza y el cuerpo del hombre, la Santa Escritura la compara también con la unión conyugal en la cual el Hijo es unido al Padre como Esposa a Su Esposo, es decir como un ayudante.
“… quiero que sepáis que la cabeza de todo hombre es Cristo; y la cabeza de la mujer es el hombre; y la cabeza de Cristo es Dios” (I Cor 11, 3), - dice el apóstol y lo repite en otras ocasiones (por ejemplo, en Ef 5, 22-33, donde además se dice: “Así deben amar los maridos a sus mujeres como a sus propios cuerpos. El que ama a su mujer se ama a sí mismo”.)
Lo mismo se ve del cuento bíblico sobre la Creación del hombre. Primero en la Génesis se dice: “Creó, pues, Dios al ser humano a imagen suya, a imagen de Dios lo creó, macho y hembra los creó.” (Gen 1, 27)
Después el proceso de la Creación se describe más detalladamente: “No es bueno que el hombre esté solo. Voy a hacerle una ayuda adecuada”… Entonces Yahvé Dios hizo caer un profundo sueño sobre el hombre, que se durmió. Y le quitó una de las costillas, rellenando el vacío con carne. De la costilla que Yahvé Dios había tomado del hombre formó una mujer y la llevó ante el hombre. Entonces éste exclamó: “Esta vez sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne. Ésta será llamada mujer, porque del varón ha sido tomada.”… y se hacen una sola carne.” (Gen 2, 18-24)
Esa “una sola carne” es como la cabeza y el cuerpo que forman ? una sola persona: la cabeza que siembra y su ayudante, el cuerpo, que realiza lo sembrado.
A ese relato de Génesis el apóstol añade: “El varón…es imagen de la gloria de Dios; pero la mujer es gloria del varón… Por lo demás, ni la mujer sin el varón, ni el varón sin la mujer, en el Señor”(I Cor 11, 7, 11).
Si la mujer en el sentido sacramental corresponde al cuerpo del varón, entonces bajo la gloria hay que entender el cuerpo místico tanto de Dios como del varón. De ahí podemos concluir que Adán corresponde a la cabeza del hombre y Eva al cuerpo del mismo. Y como el cuerpo no puede vivir sin la cabeza, ni la cabeza sin el cuerpo, así no pueden vivir separadamente “ni la mujer sin el varón, ni el varón sin la mujer”. Sólo pueden vivir unidos, es decir “en el Señor” que es la Unión.
De ahí está claro que el matrimonio cristiano en el sentido sacramental representa la imagen humana que supone una cabeza para un cuerpo. Es muy simbólico que cuando a veces nacen bebes con dos cabezas para un cuerpo o con una cabeza para dos cuerpos, no pueden vivir mucho tiempo y mueren. Y es porque la ley de la vida exige una cabeza para un cuerpo. Lo mismo en el matrimonio: un marido para una mujer. Unidos con amor para la vida, juntos ellos forman una imagen humana que es la imagen de Dios. Desde este punto de vista la separación significa la destrucción de la imagen humana y Divina. La destruye también la poligamia que en el sentido sacramental significa una cabeza para muchos cuerpos. Y la destrucción de la imagen Divina que es también la humana, significa la muerte.
Una vez el hombre rompió su unión con Dios, quedándose en el sentido espiritual como si sin cabeza y se convirtió en un mortal, lo mismo que en un separado, lo mismo que en un pagano, ya que no reconoce su unión primordial con Dios. Y sin embargo la sed de la inmortalidad vive en el hombre como una memoria inconsciente de una vida verdadera y eterna, pero perdida. El la busca durante milenios, pero la encontrará, sólo cuando haya restaurado su unión con Dios, cuando entienda que fue creado como un “ayudante” para Él o como Su cuerpo místico, y que su felicidad está en la unión con Él, como la felicidad del cuerpo está en la unión con la cabeza. Se puede decir que el hombre ha perdido la cabeza y no se da cuenta que desde el comienzo de la creación del mundo lo único que hace es la busca. Cuando, por fin, la encuentre y se la ponga sobre sus hombros, entonces respirará hondamente y recuperará la vida y la eternidad.
Para eso falta el amor que es el Espíritu Santo. Aquel quien ama con amor espiritual, está lleno del Espíritu Santo y se encuentra en el camino del regreso a la vida. La ley del amor que es la ley de la vida y la ley de la Trinidad está encerrada en los mandamientos de Cristo. Amen primero a Dios y después al prójimo, o de otra manera, cuiden primero a la cabeza y después el cuerpo. Así se convertirán en los hombres vivientes.
Desconocimiento, o incomprensión de esta verdad que nos ha enseñado Dios mismo encarnado en Jesucristo, lleva al hecho que el hombre busca y no encuentra o simplemente no busca, pues ni sabe ni sospecha que representa de sí mismo.
Concluyendo, podemos decir que la monogamia es la forma natural del matrimonio y la Iglesia no sería cristiana si no hubiera insistido en ella. Además, la misma idea se percibe también en el Antiguo Testamento, donde se dice: “No ha de tener muchas mujeres, cosa que podría descarriar su corazón.”(Dt 17, 17)

 

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